La Inquisición buscaba acabar con las prácticas de hechicería y brujería, pero fue también un recurso de los reyes para obtener un poder mayor. Así, la Inquisición Española (que a diferencia de la inquisición medieval dependía directamente de la corona española), fue creada en 1478 por una bula papal y su objetivo era combatir prácticas judaizantes de los judeoconversos españoles. Del mismo modo que los monarcas franceses, contra los cátaros, los españoles buscaban consolidar la unidad de sus reinos.
En España, la Inquisición fue suprimida por la regenta María Cristina en 1834, habiéndose producido la última quema de brujas en 1782.
Se calcula que medio millón de peronas fueron quemadas en la hoguera durante la inquisición, tan solo en Alemania, unas cien mil víctimas a lo largo de dos siglos. En Iglaterra, desde la ejecución de María Estuardo hasta que su hijo se coronó rey (unas tres décadas) fueron ajusticiadas unas diecisiete mil brujas, más de tres mil durante el período de Long Parliament y cuarenta mil en las primeras ocho décadas del siglo XVI.
En el país vasco-francés, Pierre de Lancre envío a la hoguera unas 500 personas. Durante el reinado de Francia, Francisco I (1494-1547) unas cien mil brujas fueron condenadas, en Tréveris (Italia) unas siete mil. Y en España, en tiempos de Felipe V, fueron enviadas a la hoguera mas de un millar y medio de personas.